domingo, 29 de enero de 2017

Hoy pude hacerme invisible


Los párpados pesados sobre mis ojos
son gruesas capas de acero
que aplastan
mi voluntad enclenque de mirar indistintamente
los cuatro pasajeros que están sentados detrás mío,
en el colectivo.

La calle se va desplegando mansamente bajo las ruedas,
este aire de tarde vacía se me contagia fácilmente
el empedrado no es suficiente para quebrar la
quietud y mis ojos se cierran, pestañas cómplices.

Todo se deshace fácilmente hoy.

Silvina, febrero 1991.

ESBOZO

La llama se apaga, 
el frío despide
el olor de tu piel ausente,
a los versos les crecen manos
que presionan mi garganta, escapan
borbotones salados que caen al piso,
y ahí quedan.

Un árbol talado, el calor se escurre
fácilmente entre el verde,
¿El aire está silencioso o a mi me parece
sentir que las hojas caídas amortiguan los sonidos?

El mar ha levantado una ola de cabelleras
y pieles desteñidas pero cuando se retira
nuestra casa está quieta,
a la espera de ese abrir y cerrar de puertas
habituales.

Muecas de gritos desfiguran las venas,
el aire frio, el árbol talado.
Yo sólo quisiera
volver a casa.

Silvina, abril 1991

SUEÑOS

Sólo quisiera que liberaras
mis sueños
tus intromisiones indeseadas
tus uñas afiladas de esmalte sintético
verde.

Ni siquiera se por donde accedes
a mis noches de vela
pero no,
el empleado del ferrocarril
lo niega
y no existen coartadas perfectas.

Esa señora de carnes entradas
con su máscara de maquillaje
descorrido por la humedad
que le baja hacia el cuello,
esa señora tiene quizás
la llave por donde
tus uñas,
tus dientes puntiagudos,
penetran aguijoneando
los vapores de mis sueños,
instalándote
para activar la llave de mi sopor nocturno.

Tus ojos sólo son comparables
con los peores asesinatos
en las noches de puertos vacíos,
hoteles abandonados,
habitaciones áridas,
soledades de televisor encendido
hasta las dos de la mañana,
programación over.

Desenreda tus uñas
verdes
de mi piel,
que yo intentaré
maquillar mi sangre.

Silvina, enero 1991.




OTOÑO EN BAIRES

El otoño está desenvolviendo
Buenos Aires, trampeando
con ideas de hojas doradas;
pero los verdes de un semáforo
han anunciado
que la pared gris de despintar
va a mostrar su opacidad
con una tristeza morbosa.
La mesa de este cuarto
mis lentes olvidados
más allá,
una lamparita de 25
colgando,
la cortina sucia,
y mañana que va a
ser todo igual
a medida que el deterioro
el desgano
el abandono
de la pared de enfrente
se enciende
y el negro
no puede ser un gris pálido.

Silvina, mayo1990.

Simultaneidad

Simultaneidad
es imaginar que vos estás mirando
televisión al mismo tiempo
que la imagen cambia en
mi pantalla.

Dolina acaba de terminar
y yo supongo que son pocas
las cosas que nos salvan;
Corrientes tiene dos baldosas flojas
a la altura de Talcahuano,
y el agujero formado
por el cemento viejo
deja escuchar unos pocos sonidos,
los suficientes como para saber
que vendrán tiempos peores
y la humedad
hará todo más calcinante.

Vos allá tan lejos,
y acá es tan cerca,
tan che loco vení,
de que nos sirve quejarnos.
Y vos allá tan lejos
por ahí durmiendo
terriblemente, sin saber
que la imagen de mi televisor
no se refleja en tu cara.

Mayo 1990

miércoles, 18 de enero de 2017

DIECIMEDIA

Jamás vas a saber que
el grafitti del baño
de una pizzería que cierra
está tallado con los pelos
de tu barba que no han dejado
de crecer entre mis manos.

La cerveza está caliente
otra vez y he olvidado
las formas de la espuma
seca de los bordes.

Otra vez las selvas
por delante
la cortina de metal acaba
de chocar contra el piso
el mozo barre
quisiera que despertaras
porque ya tengo que irme
hay poca gente en la calle
esta noche.

Sil. Abril, 1991